El artista chimbotano, discípulo de Humareda, habla de su arte y su adhesión a las causas nobles. Acaban de publicar Alfredo Alcalde: la ética de un pintor, un libro de valoración de su obra.
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Nació en Chimbote, esa ciudad convulsa que retrató Arguedas en El zorro de arriba y el zorro de abajo. Alfredo Alcalde, como artista, también se nutrió de esa realidad, sobre todo para Recrear el drama humano, como él dice, de la gente del pueblo, de a pie . Su obra mereció la atención del periodista y crítico de arte español Manuel Rodríguez Mora, quien acaba de presentar en Lima Alfredo Alcalde: la ética de un pintor, un libro auspiciado por la Fundación Sebastián, del gran monumentalita mexicano Enrique Carbajal “Sebastián”.
- ¿Por qué sueles decir que naciste el 31 de mayo de 1970?
Mi nacimiento real es el 8 de febrero de 1961, pero yo nací, de verdad, el 31 de mayo de 1970, día del gran terremoto. Allí me di cuenta no solamente lo vulnerable que somos frente a la naturaleza, sino también lo grande y lo dramático de la realidad. La reacción de la gente fue maravillosa. Allí vi por primera vez el grado de humanidad que puede haber en una persona y también lo contrario, lo inhumano.
- Pintar es como escribir.
Cuando vean nuestra obra queremos que vayan haciendo una lectura en que ellos se sientan actores. Por mi parte, yo pinto desde el público, desde la parte baja porque es allí donde voy a sentir los olores, captar los verdaderos colores. No estoy arriba, en el escenario, por eso amo mucho el término artista popular y no el artista que busca la fama. Cuando se busca ese tipo de reconocimiento, yo creo que está desarraigado de todo eso que te da tu entorno.
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