En “La entrevista”, Paola Ugaz conversó con Mariana de Althaus y Alejandra Guerra, protagonistas de “Trucos para ver en la oscuridad”, obra que retrata los tiempos de la COVID-19 para el teatro.
- La idea es que la obra se tenía que hacer presencial, que el público regrese. ¿Cuál fue el momento más difícil de la pandemia?
Una de las cosas dramáticas que me ocurrió fue el serio cuestionamiento de la viabilidad de mi profesión, la pregunta de cuál es el rol del teatro en el mundo y si ese rol podía extinguirse. Por eso, la obra va un poco hacia ahí, hacia recuperar la idea de teatro como un espacio de encuentro con el otro, pero no un encuentro para consumir o divertirse, sino para escuchar al otro, que es lo que no tenemos ahora. La obra celebra mucho esto, sobre todo en un contexto tan polarizado, sordo, que vivimos ahora como humanidad.
- Alejandra, ¿cómo ha sido el reencuentro con el público?
Es como volver de la guerra. Es muy emocionante en muchos niveles. Como Alejandra, la recepción del público ha sido maravillosa. Hay una especie de triple motividad y una revalorización enorme entre espectadores y actores, es un espacio sagrado donde se crea esta comunión intransferible. Uno no existe sin el otro. El teatro es una de las artes por excelencia donde se necesita la presencia del espectador.
- Mariana, ¿cómo nace esta autoficción? Es la primera vez que lo haces.
Para mí, después de la pandemia era muy urgente retornar al teatro justamente con una obra que promueva o invite al público a tratar de entender, aunque sea simbólicamente, lo que nos había pasado. La manera más honesta para representar esa catástrofe fue la autoficción, algo que nunca había hecho porque desnudar mi intimidad, espacio doméstico, era la forma que encontré para invitar al público a que haga el mismo proceso.
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