El asma es una enfermedad que se puede controlar, de forma mantenida, con medidas ambientales y medicamentos.
Los beneficios del tratamiento con fármacos para el control del asma superan con creces los riesgos de efectos adversos.
El pediatra de Atención Primaria (AP) puede dirigir el tratamiento de la mayor parte de los niños y adolescentes con asma.
La inflamación de la vía aérea se halla presente en todos los asmáticos, sea cual sea su edad y gravedad. El remodelamiento de la vía aérea también se inicia en las fases tempranas de la enfermedad y puede condicionar en determinados pacientes una obstrucción irreversible al flujo aéreo.
De ahí la importancia del tratamiento de fondo, de mantenimiento o controlador, el cual se basa en cuatro pilares básicos: a) educación del paciente y su familia; b) control medioambiental, con medidas de evitación de desencadenantes; c) tratamiento farmacológico, y d) monitorización y seguimiento.
El objetivo del tratamiento del asma es mantener el control de la enfermedad y se identifican dos componentes fundamentales del control: alcanzar el control actual y disminuir el riesgo futuro. Alcanzar el control actual en cuanto a síntomas, limitación de actividades, uso de la medicación de rescate y función pulmonar. El riesgo futuro es el de presentar crisis, hospitalizaciones, deterioro irreversible de la función pulmonar o efectos adversos de la medicación.
En los niños con asma episódica ocasional, el tratamiento se realizará con beta adrenérgicos de acción corta a demanda, sin tratamiento de mantenimiento, escalón . En los niños con asma episódica frecuente se aconseja iniciar el tratamiento en el escalón. Los niños con asma persistente moderada en el escalón . En los niños con asma grave es preferible iniciar el tratamiento en el escalón y en cuanto se logre el control bajar de escalón, buscando siempre la dosis mínima efectiva
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